Los sistemas de almacenamiento de energía funcionan capturando y almacenando electricidad para su uso posterior. Suelen emplear baterías para almacenar el exceso de energía generado por fuentes renovables como la solar o la eólica. Cuando la demanda es alta o las fuentes renovables no producen suficiente energía, la energía almacenada se descarga para satisfacer la demanda.

Entre las ventajas de los sistemas de almacenamiento de energía están el mayor aprovechamiento de las energías renovables, la independencia energética durante los cortes, la menor dependencia de la red, el ahorro de costes, la mejor integración de las energías renovables y la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero.